Tienen mala fama, pero pueden mejorar tu estado de ánimo, tu circulación y tu sistema inmune.
Las duchas frías han sido utilizadas durante siglos como práctica de fortalecimiento corporal y mental. Hoy, la ciencia confirma que exponerse brevemente al agua fría estimula la circulación sanguínea, reduce la inflamación y mejora la resistencia al estrés. También se ha relacionado con una mayor producción de noradrenalina, hormona que mejora el ánimo y el enfoque.
En países como Holanda, esta práctica ha sido impulsada por figuras como Wim Hof, quien propone combinarla con respiración controlada y exposición gradual al frío. Si bien no todos deben hacerlo (hay contraindicaciones en casos cardíacos), una breve ducha fría puede ser una forma poderosa de comenzar el día con energía y claridad mental.
Quizás no es cómodo. Pero muchas veces, el bienestar empieza saliendo de la zona de confort.