El ajedrez, considerado el “deporte ciencia”, es mucho más que una competencia de estrategia. Diversas investigaciones han demostrado que jugar de manera habitual mejora la memoria, la capacidad de concentración y la toma de decisiones bajo presión.
Entre niños y adolescentes, el ajedrez fomenta el pensamiento crítico y la resolución de problemas, habilidades esenciales para la vida académica y profesional.
En adultos mayores, se ha identificado como una herramienta clave en la prevención del deterioro cognitivo, ya que estimula áreas cerebrales vinculadas a la planificación y el cálculo.
Además, el ajedrez tiene un componente social que no debe subestimarse: torneos y clubes crean redes de apoyo y comunidad.
Así, mover piezas en un tablero puede ser mucho más que un pasatiempo: se convierte en una estrategia de salud y bienestar a lo largo de toda la vida.
Los beneficios ocultos del ajedrez en la salud mental
